No abra los envoltorios de los quesos, o las botellas de vino, sino en las cantidades que estime se vayan a consumir. Si es usted un verdadero
aficionado a los quesos, prevea en su despensa un espacio fresco y acondicionado para su conservación; sáquelos a temperatura
ambiente unas horas antes de servirlos. Disponga también un lugar especial para los vinos; enfríe los blancos antes de servirlos, y deje que los
tintos se pongan a temperatura ambiente.
La conservación de los vinos, es sumamente delicada, tiene toda ella un ritual.
Las botellas no deben estar de pie, sino
inclinadas, casi planas, en botelleros adecuados,
a fin de que el tapón esté siempre
húmedo, y no se reseque; pues de lo contrario puede penetrar aire y echarlo a perder. En el momento de beberlo no llene la copa. Eche
solamente en ella el que tenga que beber y en el momento de hacerlo, pues de esta manera conserva mejor su
rico paladar. Recordemos a los
coperos de los antiguos reyes y monarcas. Escanciaban el vino en sus reales copas en ágil movimiento y entonces pasaba a la
boca de su señor. No lo hacían en balde; pues
de esta manera bebían no solamente
el vino, sino también el aroma conservado en las botellas
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